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Es un tumor que se desarrolla en el cuello del útero, también llamado cérvix, que es la parte del útero que conecta con la vagina. Se origina cuando las células del cérvix se transforman y empiezan a crecer de manera incontrolada pudiendo llegar a invadir órganos y tejidos sanos.
A nivel mundial es uno de los cánceres más frecuentes, aunque en los países desarrollados su incidencia es muy baja. En nuestra Comunidad se detectan 5 casos nuevos por cada 100.000 habitantes.
La condición necesaria para que se produzca un cáncer de cérvix es una infección persistente por ciertos tipos de Virus del Papiloma Humano (VPH) de alto riesgo.
El VPH se transmite por contacto de la piel o mucosas. La principal vía de contagio es la vía sexual. Cualquier persona sexualmente activa que tenga contacto genital (incluso sin penetración) con otra persona infectada por el VPH puede contagiarse. De hecho, es la infección de transmisión sexual más frecuente; se calcula que el 80% de la población entrará en contacto con el virus alguna vez, a lo largo de su vida. Tras la infección por el virus, este puede permanecer inactivo durante un tiempo prolongado por lo que la detección del virus puede evidenciarse años después de la transmisión. Una vez se detecta el virus, no es posible determinar cuándo se adquirió la infección ni quién la transmitió.
La infección por algunos tipos del virus del papiloma humano, llamados de alto riesgo, puede llegar a producir alteraciones en las células del cuello uterino. Aunque en el 90% de los casos esta infección es eliminada por las defensas del organismo y desaparece de forma espontánea, hay ocasiones en las que persiste y con el paso del tiempo estas células sufren alteraciones que pueden llegar a convertirse en un cáncer.
El cáncer de cérvix tarda mucho tiempo en desarrollarse, desde que se produce la infección hasta que se origina el cáncer pueden transcurrir entre 10 y 15 años por lo que existe un plazo amplio para detectarlo y curarlo.
El cáncer de cuello uterino es una complicación grave pero infrecuente de una infección por el VPH |
Por lo general, las infecciones por VPH no producen ningún síntoma. Los síntomas del cáncer de cérvix aparecen cuando el cáncer ya se ha desarrollado y son inespecíficos (sangrado vaginal anormal, mayor secreción vaginal, dolor pélvico o dolor durante las relaciones sexuales) que pueden ser compatibles con otros problemas de salud, lo que puede contribuir a enmascarar su diagnóstico.
En la actualidad no hay un tratamiento médicoe specífico para la infección por el VPH, lo más habitual es que desaparezca sin tratamiento. En el caso de que la infección haya producido alteraciones en las células del cuello uterino, el tratamiento de estas lesiones elimina tamnién el virus.
Existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de aparición de esta enfermedad como:
SI. El cáncer de cérvix es uno de los pocos tumores donde más efectivas son las medidas preventivas. La prevención del cáncer de cuello uterino se realiza mediante acciones que se complementan:
Vacunación frente al virus del papiloma: Esta vacuna protege frente a 9 tipos responsables del 90% de todos los casos de cáncer de cérvix. En Cantabria, esta vacuna se administra de forma gratuita en el Calendario de Vacunaciones a todas las chicas y chicos de 12 años, preferiblemente antes del inicio de las relaciones sexuales, ya que en caso contrario su efectividad disminuye debido a la existencia de infecciones ya presentes en el momento de la vacunación.
En la actualidad la prueba para la detección precoz del cáncer de cérvix es la citología cervical. La citología es una prueba sencilla, rápida y no dolorosa, en la que a través de la vagina se recoge una muestra de células del cuello del útero, para posteriormente ser analizadas en el laboratorio y detectar cualquier anomalía en ellas.
Según el Protocolo de Detección Precoz de Cáncer de Cérvix del Servicio Cántabro de Salud se recomienda a todas las mujeres con edades comprendidas entre los 25 y 65 años, que hayan mantenido relaciones sexuales y que no se les haya realizado una extirpación del útero por un proceso benigno.
Como recomendación general, deberán realizarse cada tres años, hasta los 65 años.
Aumentar la frecuencia de la realización de las citologías no supone ningún beneficio
En su Centro de Salud, su Médico de Familia o Matrona le informarán sobre esta prueba y se la realizarán en el caso de que este indicada.